En el año 2016 se cumplieron 20 años desde que estrenáramos, allá por el año 1996, el trono que continúa hoy desfilando en nuestras procesiones. ¡20 años ya!, y lejos de dejarnos llevar por la corriente de adquisición de un trono nuevo de estilo andaluz como los llegados en los últimos años a Tobarra, en nuestra Hermandad consideramos que con el paso de los años va adquiriendo más valor, por su singularidad y por su arraigo en el imaginario colectivo de nuestra Semana Santa.
Además, éste es el primer trono propio nuevo que la Hermandad ha tenido desde su refundación, pues no tenemos dato alguno de los tronos de antes de la Guerra Civil. En el año 1941, cuando la imagen de San Juan llega a Tobarra, comienza a desfilar con el antiguo trono del Ecce Homo, un trono muy pequeño que era portado por 6 agarraores. Con el paso de los años, se le fueron realizando diversas modificaciones sobre su base original, especialmente en la peana y en el alumbrado, así como en los palos, pasando a ser portado por 8 y, porteriormente, por 10 agarrores. Este antiguo trono desfila, durante más de 40 años, hasta la Semana Santa de 1985.
En el año 1986, viendo que la Hermandad había visto incrementado su número de hermanos en los últimos años, y que ya había “relevo” suficiente, se planteó la necesidad de un trono de mayores dimensiones que pudiese ser llevado por más agarraores y que, a la vez, diese más vistosidad a nuestros desfiles procesionales. Además, ese mismo año surgió la posibilidad de aprovechar la peana del antiguo trono de la Virgen de los Dolores, por lo que varios miembros de la Hermandad realizaron ellos mismos los trabajos necesarios en los talleres de Carpimueble, propiedad del Presidente Miguel Gómez, para reelaborar un trono con una base y una estructura nueva, donde colocar la mencionada peana. El resultado final fue un nuevo trono, mayor que el anterior, con un peso aproximado de 950 kgs. y que ya era portado por 16 agarraores. Este trono, con posteriores modificaciones y alumbrado nuevo, desfiló por última vez en la Semana Santa de 1995.
Fue en este mismo año, en un viaje a Orihuela para comprar los báculos presidenciales, donde se fraguó la idea de la adquisición de un nuevo trono. El 17 de febrero de 1995 se aprueba por la Asamblea General de la Hermandad la adquisición del nuevo trono y se comienza la búsqueda del artesano apropiado para su realización. Tras visitar diversos talleres por todo el sureste español, se decidió que el proyecto lo llevara a cabo el tallista murciano Juan Lorente y su hijo Manuel A. Lorente, de la pedanía murciana de Rincón de Seca, que ya había realizado otras obras para nuestra Semana Santa como los tronos de la Virgen de los Dolores y de la Cruz de la Toalla, entre otros, y las imágenes de La Burrica, la Virgen de la Soledad y la Virgen de la Amargura.
El diseño del trono original fue realizado por el tallista albaceteño Fernando M. Martínez García, hermano y asesor artístico de nuestra Hermandad. Manuel A. Lorente realizó las adaptaciones oportunas al dibujo y con el asesoramiento y colaboración de su padre, Juan Lorente, concluyeron el proyecto antes de la Semana Santa de 1996.
El coste del trono fue de 3.700.000 pesetas, 22.200 € aproximadamente. Como curiosidad, el precio del trono es exactamente el mismo que el precio que pagamos por la casa, unos años después, para hacer la sede.
Al año siguiente, se encargaron unos nuevos brazos para el alumbrado, también en el taller de Juan y Manuel Lorente, por el coste de 1.600.000 ptas. El trono, ya por fin completo, pesaba 735 kgs. aproximadamente, y era portado por 24 agarraores.
Con el paso de los años, por el desgaste propio de su uso (roces, picotazos, días de lluvia..), han sido constantes las pequeñas restauraciones que se le han debido realizar, siempre bajo la dirección de nuestro asesor artístico de Fernando M. Martínez. En el año 2013, éste realiza un estudio para abordar una restauración más completa del trono, lo que implica la necesidad de tener que desmontarlo. Era la ocasión perfecta para aprovechar y quitarle todo el peso posible a fin de reducir la carga soportada por los agarraores y hacer más llevaderas las 4 procesiones en las que desfilamos. Así, se sustituyó la estructura original de hierro por otra de alumnio, en el taller tobarreño de “Cotillas”; en el taller de Carpimueble, se sustituyeron los palos de madera macizos por otros laminados, más ligeros, más flexibles y un poquito más largos, por lo que pudimos aumentar el número de agarraores a 32; y se sustituyó el antiguo sistema de alumbrado por otro sistema de bombillas led, con el que reducimos ostensiblemente el peso. En total, se redujo el peso del trono en 250 kilos aproximadamente, por lo que al aumentar también el número de agarraores, actualmente cargamos apenas entre 15 y 20 kilos cada uno.
Este trono, del que nos sentimos muy orgullosos, ha dejado de peregrinar por cocheras, almacenes, bajos, o cualquier otro tipo de local que la Hermandad pudiese encontrar en cada momento para guardarlo hasta la próxima S. Santa. Ahora se guarda en su espacio particular y permanente, el que le corresponde en la sede de nuestra Hermandad, lejos del desgaste de continuos traslados y ausencia de cuidados. En nuestra casa se le protege, se le cuida y se prepara con todo el esmero que su historia y lo que representa merecen. En nuestra casa, se recoge inmediatamente después de finalizar cada Semana Santa y permanece, cuidado y mimado, hasta el siguiente Martes Santo cuando, por la tarde, vuelva a acoger en su peana a nuestro San Juan. Es el momento en que se dirigirá a su capilla, en la iglesia de La Asunción, desde donde, como manda nuestra tradición, saldrá para incorporarse a las procesiones de nuestra S. Santa.